31 enero 2025

El montaje de la exposición sobre el VIII Centenario de Alfonso X fue una de las claves de su éxito

Este montaje expositivo salió a un concurso público que ganó AMA Estudio de Arquitectura. Y, además de ser otro de los grandes atractivos de una exposición -‘Alfonso X: el legado de un rey precursor’- que entre el 15 de marzo y el 19 de junio de 2022 recibió cerca de 60.000 visitantes, se hizo acreedor al premio a la ‘Diversificación Profesional’, nueva categoría de los premios A&U del COACM

En otra de las categorías de nueva creación en los últimos Premios A&U del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha, el reconocimiento a la ‘Diversificación Profesional’ fue para el ‘Montaje expositivo para la efeméride del VIII Centenario del nacimiento de Alfonso X el Sabio’, en el Museo Santa Cruz (Toledo), de AMA Estudio de Arquitectura. El jurado distinguió cómo, ‘a través de un elemento -la original cortina de separación- se consiguieron espacios permeables y flexibles’. 

Luis Moreno, arquitecto de AMA y artífice del proyecto junto a su compañero, Javier Alguacil, daba las gracias al COACM por «recuperar unos premios que nos hacen sentir la ilusión por presentarnos en cada convocatoria». En cuanto a la creación de esta nueva categoría, para Moreno, el programa docente de las escuelas prepara a los arquitectos para emprender multitud de tareas. «Nuestra formación artística nos permite acometer proyectos de diversa índole. Por lo tanto, la creación de la categoría ‘Diversificación Profesional’ dentro de los premios me parece muy oportuna. Pone en valor el resto de facetas creativas que también tiene nuestra profesión», señala Moreno.

Con motivo del VIII Centenario del nacimiento de Alfonso X El Sabio, se programó la gran exposición en el Museo Santa Cruz de Toledo ‘Alfonso X: el legado de un rey precursor’. El discurso de esta muestra se organizó en cinco secciones. La primera de ellas ‘Alfonso, infante (1221-1252)’, recogía las primeras décadas del futuro rey. ‘El rey gobernante (1252-1284): un reinado de luces y sombras’, repasaba la segunda mitad de su vida desde diferentes perspectivas, como la representación simbólica del monarca, la economía, la obra legislativa y las relaciones con la Iglesia. ‘El rey Sabio’, la tercera de las cinco secciones, recogía su interés por la ciencia, el ajedrez y la devoción por la Virgen. ‘El final del reinado’ presentó la convulsa relación del rey Sabio con el infante don Sancho, quien a la postre será su sucesor. Por último, ‘La visión del rey desde la posteridad’ recogía tanto la visión de los historiadores como la de los artistas que contribuyeron a configurar el imaginario colectivo en torno al monarca.

El reto que asumió AMA fue mayúsculo: adecuar el crucero de la nave superior del Museo de Santa Cruz a este completo discurso histórico. Pero es que, precisamente por ello, la muestra del legado Alfonso X, El Sabio, era una exposición muy compleja, tanto por el número de piezas -187- como por su diversidad de materiales y tamaños. Incluía desde monedas a enormes cuadros de 20 m², pasando por minerales, pergaminos, casullas, coronas o espadas. «Encajarlas todas en el argumento de la exposición y darles soporte, no fue sencillo», recalca Moreno.

Parte del reto era el continente. La nave superior del Museo Santa Cruz cuenta con cuatro salas, y un crucero central en doble altura, en el que destacan sobremanera sus artesonados de madera en los techos. 

El germen del trabajo de AMA Estudio de Arquitectura parte de una idea básica de funcionalidad. «Para cada una de las secciones diseñamos muebles en color grafito. A partir de ese negro, combinado con el color dorado de la casulla del arzobispo don Sancho IV, fuimos creando las diferentes secciones de la exposición», explica Moreno. 

La cortina, elemento diferencial del montaje
El gran número de piezas obligó a buscar una solución para encontrar el espacio donde exponerlas todas, de manera lógica. AMA Arquitectura encontró un elemento genial para dividir longitudinalmente cada uno de los brazos del crucero. Lo primero fue buscar referencias. Moreno y Alguacil las encontraron en las vestimentas de combate de cota de malla de época medieval, y al mismo tiempo en la tradición vernácula castellano-manchega. Así fue como dieron con un material que respondía a los condicionantes necesarios: una cortina de cuentas de aluminio, con cerca de un millón de eslabones que hubo que ensamblar a mano, a la que confirieron un patrón de estampado basado en la capa del infante don Sancho. «Cuando te acercabas no diferenciabas las imágenes. Era al alejarte cuando se distinguían los escudos alfonsinos», sintetiza el arquitecto. 

La cortina, cumpliendo su función de duplicar el espacio del crucero, sin estrecharlo, y sirviendo así como telón de fondo para un buen número de piezas, aportaba transparencia y libertad a la visita, sin coartar al turista que podía moverse libremente por la muestra, atravesando su historia. Pero es que, además, esa cortina, provocaba unos hermosos efectos de reflejos de sombras y luces. «Fue, sin duda, uno de los grandes éxitos de la exposición y el elemento de diseño más significativo del montaje. De hecho, en la visita inaugural, el rey Felipe VI notó inmediatamente la relación con el paisaje urbano de nuestra región. A la cortina le pedíamos todas estas cuestiones funcionales, pero nos ha dado mucho más: reflejos, sombras, brillos, luces matizadas y transparencias», añade Moreno.

Las cerca de 200 piezas de diferentes formatos y condición requerían un orden que ubicara en todo momento al visitante. Para ello, AMA Arquitectura, a lo largo de los cuatro brazos del crucero del Museo de Santa Cruz, diseñó varios elementos.

Un muro técnico, quebrado en los laterales, compartimentó cada brazo en secciones y subsecciones, al tiempo que añadía superficie expositiva.

La cúpula del brazo tres, donde se ubicó la subsección dedicada a la ciencia, reprodujo una bóveda celeste, de acuerdo con los elementos relacionados con la astrología que se expusieron. 

Quizá una de las cuestiones más importantes de un montaje expositivo, que puede echar a perder no solo el éxito del diseño, sino la integridad de las piezas más antiguas y delicadas, es la iluminación. Por todo ello, AMA Arquitectura optó por luces indirectas desde carriles suspendidos del artesonado y una línea dorada en el zócalo que matizaban la luz en el plano del suelo.
Y, por supuesto, la cortina.